Muchos padres y madres saben que el bilingüismo temprano puede dar a su hijo/a una ventaja cognitiva, pero los beneficios van mucho más allá del cerebro: también llegan al corazón.
Nuevas investigaciones revelan que aprender dos idiomas desde la infancia mejora la atención y la memoria, a la vez que impulsa la inteligencia emocional: empatía, autorregulación y conciencia social.
El bucle corazón-cerebro: interacción en dos idiomas
Los bebés aprenden el lenguaje y las emociones de la misma manera: a través de un intercambio cálido y constante conocido como “serve-and-return” (“dar y devolver”). Una madre ve a su bebé sonreír y dice: “¡Oh, estás feliz!”, esperando una risita o un balbuceo como respuesta. Estos momentos hacen mucho más que enseñar vocabulario: ayudan a regular el estrés (reduciendo el cortisol), fortalecen las conexiones cerebrales y enseñan a los niños/as a identificar y recuperarse de los altibajos emocionales.
Cuando estos intercambios ocurren en dos idiomas, ofrecen aún más oportunidades para practicar habilidades socioemocionales. Cada cambio de idioma refuerza la capacidad de notar señales, enfocar la atención y cambiar de perspectiva, elementos clave para gestionar las emociones y relacionarse con los demás.
Cambiar de idioma genera calma y control
Los niños/as bilingües navegan entre dos vocabularios ejercitando su flexibilidad cognitiva. Cambiar de idioma activa el sistema de control ejecutivo del cerebro, responsable de la atención, el cambio de tareas y la regulación emocional. En un estudio, los/as niños/as preescolares bilingües mostraron un mayor control inhibitorio y una recuperación más rápida ante la frustración que sus compañeros monolingües.
Imagina esta escena: la madre pregunta “¿Dónde está tu osito?” en un idioma y luego cambia al otro. Ese cambio repentino requiere concentración, pero el niño/a se siente seguro/a cuando ella acompaña la pregunta con una sonrisa y un abrazo en español. Ese momento de “¿qué pasa?”, seguido de afecto, entrena la flexibilidad emocional y la capacidad de calmarse.
La ventana dorada: antes de los 3 años
Los beneficios del bilingüismo temprano no se limitan al desarrollo cognitivo; también son emocionales. Y, el momento es decisivo. La investigación muestra que los tres primeros años de vida son un período sensible, en el que el cerebro está especialmente preparado para construir dos sistemas lingüísticos y las redes de regulación emocional que los acompañan.
Cuando los niños/as están expuestos a dos idiomas antes de los tres años, su cerebro lo asume como algo natural, no como un esfuerzo extra. Esta exposición temprana moldea no solo su acento y gramática, sino también su manera de procesar el tono emocional, cambiar de perspectiva y recuperarse del estrés. Las áreas cerebrales encargadas del lenguaje y del control emocional, como la corteza prefrontal y el cíngulo anterior, se desarrollan de manera conjunta durante esta etapa.
Comenzar a partir de los cuatro o cinco años sigue siendo beneficioso, pero quienes empiezan antes construyen estos sistemas emocionales y lingüísticos en su momento de mayor plasticidad. Es como un “entrenamiento cruzado” emocional: nombrar un sentimiento en dos idiomas, adaptarse a distintos tonos culturales o interpretar señales sociales diversas refuerza la empatía, la pausa y la capacidad de adaptación.
Aunque los tres primeros años son la ventana más sensible, empezar después de esa edad también permite desarrollar fortalezas emocionales y lingüísticas, especialmente en entornos de aprendizaje lúdicos y estimulantes.
Prueba en casa: acompañamiento emocional bilingüe
No hace falta ser científico/a para aplicar estas ideas en el día a día. Estas pequeñas estrategias pueden ayudarte a criar un/a niño/a bilingüe y emocionalmente inteligente:
- Sentimientos en dos lenguas
Cuando tu hijo/a llore, nombra la emoción en un idioma y luego repítelo en el otro. Este doble etiquetado refuerza el vocabulario emocional y la comodidad en ambos idiomas. - “Microcambios” cotidianos
Durante el baño o la comida, prueba a cambiar de idioma a mitad de frase. La pausa y la mirada de sorpresa de tu bebé indican que está procesando el cambio. Reafírmalo con un tono cariñoso y una caricia para que se sienta seguro/a.
Aprender inglés en el colegio… y con corazón
En Helen Doron English acompañamos el aprendizaje del inglés de tu hijo/a de forma divertida, segura y motivadora. Nuestro método único imita la manera natural de aprender: a través de rutinas diarias, música e interacción significativa. Se basa en el serve-and-return, la conexión emocional y los cambios de idioma que, según la ciencia, forman niños/as más inteligentes y socialmente conscientes.
En nuestras clases, los niños/as exploran el idioma mediante canciones, movimientos y cuentos; actividades que estimulan tanto el cerebro como el corazón. Les ayudamos a convertirse en comunicadores/as seguros/as, capaces de cambiar de idioma y gestionar sus emociones con facilidad.
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