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Aprendiendo dos idiomas desde bebé… y antes de nacer

Algunas de las preguntas que se hacen muchos padres cuando se plantean si exponer a sus hijos en un ambiente multilingüe son: ¿Es bueno que mis hijos sepan muchos idiomas? ¿No se terminarán confundiendo si se les expone a demasiadas lenguas a la vez? ¿Les restará capacidad para hablar su propia lengua materna?

La realidad es que el cerebro humano está diseñado para captar todo lo que tiene a su alrededor, en especial los idiomas. Cuando son pequeños, y hasta la edad de seis años (aproximadamente), los niños tienen una capacidad asombrosa para aprender idiomas. No solo para entenderlos, para trazar líneas unívocas entre los sonidos que escuchan y los significados, sino para reproducirlos y crear sus propias frases.

Helen Doron, la lingüista británica creadora de la metodología que lleva su nombre, nos habla de este interesante asunto en este grupo de interesantes videos:

Cuanto antes empiecen, mejor para tus hijos

¿Existe un «es demasiado pronto» para que un bebé empiece a aprender otro idioma? La respuesta, según Helen Doron, es justo la contraria: nunca es demasiado pronto, pero sí puede ser demasiado tarde. Las conexiones neuronales de los niños pequeños, especialmente de los bebés, están en fase de desarrollo. Esto les hace tener un enorme «hambre por aprender». En otras palabras, ¡claro que pueden -y, si es posible, deben- aprender uno (o más) idiomas desde muy pequeños:

Aprendiendo incluso antes de nacer

Los bebés oyen a sus madres. Las escuchan por dentro, lo cual incluye todo lo que dicen. Puede que no entiendan las palabras, pero los sonidos que sus madres están produciendo sí son capaces de procesarlos en sus cerebros.

Una vez que nacen, los niños comienzan a producir sonidos por sí mismo. Podríamos decir que practican, a modo de prueba y error, y son las respuestas de sus padres a estos sonidos las que van configurando aquellos que, en su crecimiento, se quedarán. Los demás, al dejar de practicarlos, los olvidarán.

¿Cómo funciona este proceso de prueba y error, apoyado por las respuestas de las personas que tiene cerca? Cuando una madre sonríe o un padre abraza a su hijo, mostrando alegría por algo que ha dicho (quizá de forma involuntaria), el bebé tiende a reproducirlo, para obtener de nuevo ese mensaje tan positivo.

Para reforzar esta comunicación en ambas direcciones, Helen nos propone que hagamos «serve and return», un concepto que proviene del tenis: si estamos atentos a los mensajes que el bebé nos envía, podremos responder de la manera más adecuada. De esta forma, estaremos reforzando un vínculo mutuo altamente enriquecedor:

 

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Aprendiendo dos idiomas desde bebé… y antes de nacer

Algunas de las preguntas que se hacen muchos padres cuando se plantean si exponer a sus hijos en un ambiente multilingüe son: ¿Es bueno que mis hijos sepan muchos idiomas? ¿No se terminarán confundiendo si se les expone a demasiadas lenguas a la vez? ¿Les restará capacidad para hablar su propia lengua materna?

La realidad es que el cerebro humano está diseñado para captar todo lo que tiene a su alrededor, en especial los idiomas. Cuando son pequeños, y hasta la edad de seis años (aproximadamente), los niños tienen una capacidad asombrosa para aprender idiomas. No solo para entenderlos, para trazar líneas unívocas entre los sonidos que escuchan y los significados, sino para reproducirlos y crear sus propias frases.

Helen Doron, la lingüista británica creadora de la metodología que lleva su nombre, nos habla de este interesante asunto en este grupo de interesantes videos:

Cuanto antes empiecen, mejor para tus hijos

¿Existe un «es demasiado pronto» para que un bebé empiece a aprender otro idioma? La respuesta, según Helen Doron, es justo la contraria: nunca es demasiado pronto, pero sí puede ser demasiado tarde. Las conexiones neuronales de los niños pequeños, especialmente de los bebés, están en fase de desarrollo. Esto les hace tener un enorme «hambre por aprender». En otras palabras, ¡claro que pueden -y, si es posible, deben- aprender uno (o más) idiomas desde muy pequeños:

Aprendiendo incluso antes de nacer

Los bebés oyen a sus madres. Las escuchan por dentro, lo cual incluye todo lo que dicen. Puede que no entiendan las palabras, pero los sonidos que sus madres están produciendo sí son capaces de procesarlos en sus cerebros.

Una vez que nacen, los niños comienzan a producir sonidos por sí mismo. Podríamos decir que practican, a modo de prueba y error, y son las respuestas de sus padres a estos sonidos las que van configurando aquellos que, en su crecimiento, se quedarán. Los demás, al dejar de practicarlos, los olvidarán.

¿Cómo funciona este proceso de prueba y error, apoyado por las respuestas de las personas que tiene cerca? Cuando una madre sonríe o un padre abraza a su hijo, mostrando alegría por algo que ha dicho (quizá de forma involuntaria), el bebé tiende a reproducirlo, para obtener de nuevo ese mensaje tan positivo.

Para reforzar esta comunicación en ambas direcciones, Helen nos propone que hagamos «serve and return», un concepto que proviene del tenis: si estamos atentos a los mensajes que el bebé nos envía, podremos responder de la manera más adecuada. De esta forma, estaremos reforzando un vínculo mutuo altamente enriquecedor: