Congratulations! 10 años en Helen Doron Madrid Arganzuela Sur Hoy entrevistamos a nuestro compañero Juanma Navarro, franquiciado y mánager de la academia Helen Doron Madrid Arganzuela Sur, que nos cuenta cuáles fueron sus inicios en esta aventura educativa. ¿Cómo fue tu primer contacto con Helen Doron English? La primera vez que tuve conocimiento de la existencia de la franquicia fue a través de una revista de emprendimiento. En el publirreportaje, no solo se explicaban las líneas maestras como oportunidad de negocio, sino que me sorprendió como transmitía la ilusión por un emprendimiento responsable. Además de mostrar una salida profesional, tenía el valor añadido de ser un trabajo muy bonito al tratarse de educación para niños. Claramente me encantó, pero era inviable en mi caso ya que no era profesor de inglés. ¿Cómo surgió la oportunidad de tener tu propio centro? Un par de meses después y por sorpresa, mi familia de Córdoba, que luego fueron mis mentores, me hablaba maravillas de Helen Doron. Entendí que existían varios perfiles dentro del mismo negocio y que debía aprovechar mi experiencia en el trato con el público. Exactamente un año después, a pesar del vértigo de emprender un negocio en solitario, abrí el centro. ¿Cuál ha sido vuestra evolución en estos 10 años? Nunca olvidaré los 37 alumnos del primer curso. Año tras año hemos ido creciendo y poco a poco nos fuimos haciendo hueco en el barrio a pesar de que la zona en la que se sitúa la escuela se caracteriza por una fuerte competencia en la oferta de centros de inglés. ¿Sigues teniendo alumnos que empezaron con vosotros hace 10 años? Todavía tengo una familia cuya hija entró en la escuela cuando ni siquiera contaba con un año. Este curso se ha matriculado en Teen Talent y es una maravilla cómo habla y se desenvuelve en inglés. Y de los que ya se han ido, ¿tienes contacto con ellos? Como vivo relativamente cerca del centro, me encuentro a menudo con antiguos alumnos o con sus padres. Es estupendo echar un ratito para que me cuenten sobre los proyectos de vida de sus hijos, y es maravilloso y muy reconfortante saber que, de una manera u otra, hemos influido en su vida de una forma tan positivamente a través de la educación en inglés. ¿Qué es lo que más te gusta y te hace disfrutar en el día a día? Lo que más me gusta es saber que, después de 10 años, con las dificultades que ello conlleva, y sin olvidar que hemos pasado por una terrible pandemia, seguimos ahí, con renovadas fuerzas y la misma ilusión que el primer día. Para terminar, ¿podrías contarnos alguna anécdota especial de todos estos años? Hace años, un viernes por la tarde, vino a probar una familia con su hijo de 3 años. A diferencia de otros niños, este estuvo sentado todo el tiempo que duró la clase. No participó en ninguna de las actividades que la teacher iba realizando pues apenas se movió del sitio ya que solo se limitó a mirar con los ojos como platos. Aunque no me lo dijo, por su expresión, el padre se fue un decepcionado con la reacción de su hijo. Sin embargo, fuera de todo pronóstico, el lunes por la tarde estaba esperando en la puerta para matricularle. Al parecer, sin que nadie le dijera nada, se pasó todo el fin de semana subiendo a la parte alta del sofá y una vez arriba gritaba “up”. A continuación, se dejaba caer rodando hasta los asientos y una vez abajo se partía de risa y gritaba “down”. A día de hoy, los tres hermanos estudian con nosotros.
Congratulations! 10 años en Helen Doron Madrid Arganzuela Sur Hoy entrevistamos a nuestro compañero Juanma Navarro, franquiciado y mánager de la academia Helen Doron Madrid Arganzuela Sur, que nos cuenta cuáles fueron sus inicios en esta aventura educativa. ¿Cómo fue tu primer contacto con Helen Doron English? La primera vez que tuve conocimiento de la existencia de la franquicia fue a través de una revista de emprendimiento. En el publirreportaje, no solo se explicaban las líneas maestras como oportunidad de negocio, sino que me sorprendió como transmitía la ilusión por un emprendimiento responsable. Además de mostrar una salida profesional, tenía el valor añadido de ser un trabajo muy bonito al tratarse de educación para niños. Claramente me encantó, pero era inviable en mi caso ya que no era profesor de inglés. ¿Cómo surgió la oportunidad de tener tu propio centro? Un par de meses después y por sorpresa, mi familia de Córdoba, que luego fueron mis mentores, me hablaba maravillas de Helen Doron. Entendí que existían varios perfiles dentro del mismo negocio y que debía aprovechar mi experiencia en el trato con el público. Exactamente un año después, a pesar del vértigo de emprender un negocio en solitario, abrí el centro. ¿Cuál ha sido vuestra evolución en estos 10 años? Nunca olvidaré los 37 alumnos del primer curso. Año tras año hemos ido creciendo y poco a poco nos fuimos haciendo hueco en el barrio a pesar de que la zona en la que se sitúa la escuela se caracteriza por una fuerte competencia en la oferta de centros de inglés. ¿Sigues teniendo alumnos que empezaron con vosotros hace 10 años? Todavía tengo una familia cuya hija entró en la escuela cuando ni siquiera contaba con un año. Este curso se ha matriculado en Teen Talent y es una maravilla cómo habla y se desenvuelve en inglés. Y de los que ya se han ido, ¿tienes contacto con ellos? Como vivo relativamente cerca del centro, me encuentro a menudo con antiguos alumnos o con sus padres. Es estupendo echar un ratito para que me cuenten sobre los proyectos de vida de sus hijos, y es maravilloso y muy reconfortante saber que, de una manera u otra, hemos influido en su vida de una forma tan positivamente a través de la educación en inglés. ¿Qué es lo que más te gusta y te hace disfrutar en el día a día? Lo que más me gusta es saber que, después de 10 años, con las dificultades que ello conlleva, y sin olvidar que hemos pasado por una terrible pandemia, seguimos ahí, con renovadas fuerzas y la misma ilusión que el primer día. Para terminar, ¿podrías contarnos alguna anécdota especial de todos estos años? Hace años, un viernes por la tarde, vino a probar una familia con su hijo de 3 años. A diferencia de otros niños, este estuvo sentado todo el tiempo que duró la clase. No participó en ninguna de las actividades que la teacher iba realizando pues apenas se movió del sitio ya que solo se limitó a mirar con los ojos como platos. Aunque no me lo dijo, por su expresión, el padre se fue un decepcionado con la reacción de su hijo. Sin embargo, fuera de todo pronóstico, el lunes por la tarde estaba esperando en la puerta para matricularle. Al parecer, sin que nadie le dijera nada, se pasó todo el fin de semana subiendo a la parte alta del sofá y una vez arriba gritaba “up”. A continuación, se dejaba caer rodando hasta los asientos y una vez abajo se partía de risa y gritaba “down”. A día de hoy, los tres hermanos estudian con nosotros.