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Educando con el refuerzo positivo, sin premios ni castigos

Refuerzo positivo

El refuerzo positivo es uno de los pilares básicos de la metodología Helen Doron English. Nuestros alumnos salen entusiasmados de las clases cada semana, entre otras muchas razones, por la motivación que reciben. Risas, aplausos y frases positivas tras cada actividad, son algunos de los ingredientes del éxito de nuestro método. Refuerzos positivos que persiguen niños felices y contentos, que se emocionen y divierten mientras aprenden, y relacionen el inglés con esa felicidad.

Sin embargo, este refuerzo positivo del que hablamos podría confundirse con un premio, y no es el caso. La ciencia dice que los premios y castigos no funcionan, y el sentido común nos dice que si queremos tratar a un niño con amor y respeto es mejor prescindir de ellos.

¿Por qué no funcionan los castigos?

Diversos estudios demuestras que son poco eficaces tanto para reducir conductas negativas como para promover conductas positivas. En algunos casos, de hecho, pueden incluso promover que se repita el comportamiento negativo, ya que estamos centrando la atención en él.

Por otro lado, los castigos generan ansiedad o miedo en el niño. Incluso la «silla de pensar» o salir de clase, sea como sea de leve el castigo, cuando el niño se siente castigado siente amenazada su seguridad, y por tanto se activan los mecanismos cerebrales de miedo. Esto además hace que tomen peores decisiones en estos momentos.

Los castigos promueven la baja autoestima de los niños, y un sentimiento constante de tristeza. Por supuesto, los castigos además dañan la relación entre el adulto y el niño. Por último, en los casos en los que los niños necesiten atención de sus padres o profesores, el castigo podría ser para ellos esa fuente de atención. Por eso en estos casos, el niño aumenta su mal comportamiento para buscar el castigo, ya que es la única forma que encuentra de recibir atención.

Los premios tampoco funcionan

Algo parecido a lo que ocurre con los castigos sucede con los premios. De hecho, los premios son la otra cara de la moneda de los castigos. Hay muchos padres que no castigan, pero sí premian. Y cuando el premio se hace habitual, la falta de premio se convierte en un castigo. Por eso hay que ser consciente de lo que significa un caramelo si haces esto bien o una pegatina si terminas pronto.

De nuevo, los estudios científicos demuestran que los premios son un refuerzo poco eficaz para que los niños repitan una situación de buen comportamiento. Es más, es muy probable que el buen comportamiento cambie cuando desaparezca el premio, pues para el niño el buen comportamiento estará entonces totalmente relacionado con la recompensa obtenida.

Diferencia entre premio y refuerzo positivo

Por eso, en nuestra clases, no utilizamos ni premios ni castigos, pero sí el refuerzo positivo. La diferencia es que el refuerzo positivo no está ligado al resultado o al comportamiento, sino a la satisfacción del niño.

El refuerzo positivo es un estímulo que hace que aumente la probabilidad de que un niño repita una acción, y consiste en señalar aquello que el niño ha intentado o ha conseguido por si mismo. No corregimos si el resultado no ha sido perfecto, aplaudimos el intento y el progreso. En la mayoría de los casos, sólo señalamos fuera y damos voz a la sonrisa del niño, a lo que ocurre dentro. Ponemos palabras, compartimos con los demás la satisfacción del niño por su propio progreso, desde el bebé que coloca un bloque sobre otro en BBS, hasta el adolescente que consigue hacer de un tirón una pasiva compleja.

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Educando con el refuerzo positivo, sin premios ni castigos

Refuerzo positivo

El refuerzo positivo es uno de los pilares básicos de la metodología Helen Doron English. Nuestros alumnos salen entusiasmados de las clases cada semana, entre otras muchas razones, por la motivación que reciben. Risas, aplausos y frases positivas tras cada actividad, son algunos de los ingredientes del éxito de nuestro método. Refuerzos positivos que persiguen niños felices y contentos, que se emocionen y divierten mientras aprenden, y relacionen el inglés con esa felicidad.

Sin embargo, este refuerzo positivo del que hablamos podría confundirse con un premio, y no es el caso. La ciencia dice que los premios y castigos no funcionan, y el sentido común nos dice que si queremos tratar a un niño con amor y respeto es mejor prescindir de ellos.

¿Por qué no funcionan los castigos?

Diversos estudios demuestras que son poco eficaces tanto para reducir conductas negativas como para promover conductas positivas. En algunos casos, de hecho, pueden incluso promover que se repita el comportamiento negativo, ya que estamos centrando la atención en él.

Por otro lado, los castigos generan ansiedad o miedo en el niño. Incluso la «silla de pensar» o salir de clase, sea como sea de leve el castigo, cuando el niño se siente castigado siente amenazada su seguridad, y por tanto se activan los mecanismos cerebrales de miedo. Esto además hace que tomen peores decisiones en estos momentos.

Los castigos promueven la baja autoestima de los niños, y un sentimiento constante de tristeza. Por supuesto, los castigos además dañan la relación entre el adulto y el niño. Por último, en los casos en los que los niños necesiten atención de sus padres o profesores, el castigo podría ser para ellos esa fuente de atención. Por eso en estos casos, el niño aumenta su mal comportamiento para buscar el castigo, ya que es la única forma que encuentra de recibir atención.

Los premios tampoco funcionan

Algo parecido a lo que ocurre con los castigos sucede con los premios. De hecho, los premios son la otra cara de la moneda de los castigos. Hay muchos padres que no castigan, pero sí premian. Y cuando el premio se hace habitual, la falta de premio se convierte en un castigo. Por eso hay que ser consciente de lo que significa un caramelo si haces esto bien o una pegatina si terminas pronto.

De nuevo, los estudios científicos demuestran que los premios son un refuerzo poco eficaz para que los niños repitan una situación de buen comportamiento. Es más, es muy probable que el buen comportamiento cambie cuando desaparezca el premio, pues para el niño el buen comportamiento estará entonces totalmente relacionado con la recompensa obtenida.

Diferencia entre premio y refuerzo positivo

Por eso, en nuestra clases, no utilizamos ni premios ni castigos, pero sí el refuerzo positivo. La diferencia es que el refuerzo positivo no está ligado al resultado o al comportamiento, sino a la satisfacción del niño.

El refuerzo positivo es un estímulo que hace que aumente la probabilidad de que un niño repita una acción, y consiste en señalar aquello que el niño ha intentado o ha conseguido por si mismo. No corregimos si el resultado no ha sido perfecto, aplaudimos el intento y el progreso. En la mayoría de los casos, sólo señalamos fuera y damos voz a la sonrisa del niño, a lo que ocurre dentro. Ponemos palabras, compartimos con los demás la satisfacción del niño por su propio progreso, desde el bebé que coloca un bloque sobre otro en BBS, hasta el adolescente que consigue hacer de un tirón una pasiva compleja.