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Encontrar la mejor manera de enseñar inglés

Cuando mi hija Ella tenía cuatro años, comenzó a aprender a tocar el violín con el método Suzuki, en el que se enseña a los niños a tocar el instrumento antes de leer la notación musical. El Dr. Suzuki lo llamó «el lenguaje de la música». Con la escucha repetida de piezas musicales y actividades positivas en clase conseguía que los pequeños aprendieran a tocar el instrumento. Además, se aseguraba de que recibieran refuerzo positivo y con ello sintieran que lo hacían bien.

Me di cuenta de que era así cómo deberíamos enseñar un idioma: a niños muy pequeños y de forma que imitara la manera en que aprenden su lengua materna. Para mí estaba claro que esto tenía que ser a través de la escucha de fondo repetida en casa, para que el cerebro reciba estímulos repetidos y haga del lenguaje parte de su fisiología, y por el refuerzo positivo por parte del profesor.

Inicialmente, asumí que alguien debía haber desarrollado ya una metodología así para la enseñanza inglés, pero no era el caso. Así que en 1985 empecé a enseñar a niños de 1 a 6 años de edad con el objetivo de probar mi teoría de cuál era la mejor forma para que los jóvenes aprendieran inglés como lengua extranjera.

Para la escucha repetida en casa, creé casetes de audio, que consistían en grabarme mientras cantaba y tocaba el piano, además de grabaciones caseras de poemas e historias. Funcionó muy bien y al año siguiente tuve muchos más alumnos y, debido a la gran demanda, me di cuenta de la necesidad de formar a profesores en la metodología y los materiales. Claramente también necesitaba crear materiales de aprendizaje de forma profesional.

Desde el principio, mi verdadera pasión fueron las edades tempranas, porque creo que si un niño tiene una buena base, es para toda la vida. Esta idea se extiende más allá del aula. El vínculo entre padres e hijos y el hecho de que los padres tomen consciencia del potencial de sus hijos durante los primeros años, no sólo contribuye al buen aprendizaje, sino que le da al niño una base para el éxito, la felicidad y la confianza en sí mismo que tiene un gran impacto en su desarrollo. En estas edades tempranas, hasta la edad de siete años, el cerebro del niño está preparado para el aprendizaje. La estimulación mental y las actividades físicas adecuadas potencian un mayor número de conexiones cerebrales y a su vez, más vías neuronales. Esto los prepara para el éxito.

Averigüe en la segunda parte cómo un ambiente de aprendizaje divertido y sin estrés, basado en el apoyo y el refuerzo positivo significa que un niño creerá en sí mismo, aprenderá fácilmente y tendrá una base de confianza para la vida.

Lea más sobre Helen Doron English y el programa Helen Doron Kindergarten.

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Encontrar la mejor manera de enseñar inglés

Cuando mi hija Ella tenía cuatro años, comenzó a aprender a tocar el violín con el método Suzuki, en el que se enseña a los niños a tocar el instrumento antes de leer la notación musical. El Dr. Suzuki lo llamó «el lenguaje de la música». Con la escucha repetida de piezas musicales y actividades positivas en clase conseguía que los pequeños aprendieran a tocar el instrumento. Además, se aseguraba de que recibieran refuerzo positivo y con ello sintieran que lo hacían bien.

Me di cuenta de que era así cómo deberíamos enseñar un idioma: a niños muy pequeños y de forma que imitara la manera en que aprenden su lengua materna. Para mí estaba claro que esto tenía que ser a través de la escucha de fondo repetida en casa, para que el cerebro reciba estímulos repetidos y haga del lenguaje parte de su fisiología, y por el refuerzo positivo por parte del profesor.

Inicialmente, asumí que alguien debía haber desarrollado ya una metodología así para la enseñanza inglés, pero no era el caso. Así que en 1985 empecé a enseñar a niños de 1 a 6 años de edad con el objetivo de probar mi teoría de cuál era la mejor forma para que los jóvenes aprendieran inglés como lengua extranjera.

Para la escucha repetida en casa, creé casetes de audio, que consistían en grabarme mientras cantaba y tocaba el piano, además de grabaciones caseras de poemas e historias. Funcionó muy bien y al año siguiente tuve muchos más alumnos y, debido a la gran demanda, me di cuenta de la necesidad de formar a profesores en la metodología y los materiales. Claramente también necesitaba crear materiales de aprendizaje de forma profesional.

Desde el principio, mi verdadera pasión fueron las edades tempranas, porque creo que si un niño tiene una buena base, es para toda la vida. Esta idea se extiende más allá del aula. El vínculo entre padres e hijos y el hecho de que los padres tomen consciencia del potencial de sus hijos durante los primeros años, no sólo contribuye al buen aprendizaje, sino que le da al niño una base para el éxito, la felicidad y la confianza en sí mismo que tiene un gran impacto en su desarrollo. En estas edades tempranas, hasta la edad de siete años, el cerebro del niño está preparado para el aprendizaje. La estimulación mental y las actividades físicas adecuadas potencian un mayor número de conexiones cerebrales y a su vez, más vías neuronales. Esto los prepara para el éxito.

Averigüe en la segunda parte cómo un ambiente de aprendizaje divertido y sin estrés, basado en el apoyo y el refuerzo positivo significa que un niño creerá en sí mismo, aprenderá fácilmente y tendrá una base de confianza para la vida.

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