Los primeros 3 años del aprendizaje de un idioma: impulsa el cerebro de tu hijo

Los primeros 3 años del aprendizaje de un idioma: impulsa el cerebro de tu hijo

Imagina esto: estás acunando a tu bebé, y te mira con sus ojos curiosos y brillantes.

Le dices “mamá”, y lo repite. Es un momento que derrite el corazón, pero detrás de esa escena hay millones de conexiones cerebrales activándose, moldeando cómo tu hijo/a aprenderá, pensará y hablará durante años.

Estos primeros 3 años son una ventana de oportunidad única en la vida. El cerebro de tu hijo/a está trazando los caminos del lenguaje, y cada conversación, canción o juego ayuda a decidir cuáles de esos caminos se consolidan y fortalecen.

Veamos cómo funciona y qué puedes hacer, empezando hoy mismo.

Por qué importan los tres primeros años — Especialmente para el bilingüismo

La neurociencia demuestra que antes de los 3 años el cerebro de tu hijo/a está preparado de forma única para aprender más de un idioma con una fluidez similar a la de un nativo.
Esto se debe a que los bebés nacen capaces de oír y distinguir todos los sonidos de cualquier idioma, pero a partir de los 6 meses su cerebro empieza a “podar” las conexiones de los sonidos que no utilizan.

Los niños expuestos regularmente a dos idiomas desde el nacimiento o la primera infancia desarrollan lo que los investigadores llaman “mapas de doble lenguaje”, lo que fortalece de forma natural la gramática, el vocabulario y la pronunciación en ambas lenguas sin generar confusión.

De hecho, los estudios demuestran que una exposición bilingüe de forma regular antes de los 3 años es el mejor indicador de la fluidez a largo plazo, un acento preciso y sólidas habilidades de lectura en ambos idiomas. Quienes comienzan más tarde (a los 4 o 5 años) suelen alcanzar fluidez, pero con más probabilidad de tener acento o dificultades gramaticales. Además, los bilingües tempranos muestran beneficios cognitivos ya desde los 2 años, como mejor memoria, concentración y capacidad de resolver problemas.

Por eso, cuando decimos que los tres primeros años son una ventana de oro, lo decimos en serio. Cada nana, cada rima, cada cuento bilingüe está construyendo autopistas cerebrales que moldearán el aprendizaje de tu hijo/a de por vida. Cuanto antes, mejor.

Aun así, aunque empezar en los tres primeros años ofrece la base más sólida, los niños y niñas pueden beneficiarse del contacto con un segundo idioma a cualquier edad, ya que el cerebro sigue siendo flexible y adaptable.

Cómo afinan el oído los bebés: la ciencia de los mapas de sonidos

En el primer año, el cerebro de tu bebé es como una ciudad en plena construcción. Las carreteras van en todas direcciones, pero solo se refuerzan las más transitadas.

Como hemos visto, los bebés oyen los sonidos de cualquier idioma hasta los 6 meses por igual. Pero a partir de ahí, su cerebro empieza a concentrarse solo en los idiomas que escuchan de manera habitual. Los demás poco a poco se desvanecen.

A este proceso se le llama sintonización neuronal, y es una de las razones por las que los bebés que escuchan un lenguaje rico y constante suelen tener vocabularios más amplios a los 2 años.

Incluso frases sencillas como “¡Vamos a aplaudir!” o “¿Dónde está tu osito?” ayudan al cerebro a decidir qué rutas de sonido conservar. Cuanto más escuche tu bebé, más preciso será su mapa lingüístico.

Conversaciones de ida y vuelta que potencian el cerebro

Hablar con tu bebé (y no solo “a” tu bebé) es todavía más poderoso. Los científicos llaman a esto “servir y devolver”. Es como un partido de tenis: tu hijo/a responde con un balbuceo, una sonrisa o un gesto, y tú le contestas de nuevo.

Este intercambio refuerza las conexiones cerebrales y construye mielina: la “capa aislante” que ayuda a que los mensajes viajen más rápido. Un estudio en Journal of Neuroscience demostró que los niños pequeños que vivían más interacciones de este tipo tenían una mejor mielinización cerebral a los 30 meses, sin importar su contexto.

Por ejemplo: ves un perro durante un paseo, señalas y preguntas “¿Qué es eso?”. Pausas. Dejas que tu bebé reaccione. Luego dices: “¡Es un perro! ¡Guau!”. O mejor aún: “¡Es un dálmata! ¡Guau!”. Cada pequeño intercambio refuerza la atención, la memoria y el lenguaje.

La ventaja del bilingüismo

Si tu hijo se expone a dos idiomas desde temprano, es como ampliar el sistema de autopistas de su cerebro. En vez de una carretera de dos carriles, desarrollan rutas adicionales que potencian la flexibilidad, la atención y la capacidad de resolver problemas.

Los niños y niñas que se expusieron de manera regular a un segundo idioma antes de los 3 años mostraron mejor memoria de trabajo y control cognitivo que sus compañeros monolingües. Incluso los hábitos pequeños ayudan: cantar una canción en dos idiomas, leer el mismo cuento en ambas lenguas o etiquetar juguetes con nombres diferentes. Así, tu hijo aprenderá a cambiar sin esfuerzo entre “dog” y “chien”, ejercitando sus músculos mentales cada vez.

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