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Neuromitos: 3 falsas creencias sobre el aprendizaje de idiomas

Estimulando el cerebro

Cuando se trata del aprendizaje de idiomas, existen una serie de creencias que, aunque están muy asentadas en la sociedad, no se corresponden con la realidad. La Neurociencia ha demostrado que muchas de estas creencias son falsas, es decir, neuromitos que nada tienen que ver con lo que ocurre en el interior del cerebro.

En los últimos años existe un creciente interés en la Neuroeducación, una nueva rama de la ciencia que une los recientes descubrimientos sobre el cerebro con su aplicación en las aulas y en el aprendizaje. A continuación tienes tres neuromitos de entre los más conocidos sobre cómo, desde que somos bebés, aprendemos realmente un segundo o tercer idioma.

Neuromito: Aprender más de un idioma «lía» a los niños

Hasta hace algún tiempo existía la creencia de que los niños que aprenden más de un idioma de forma simultánea terminan «liándose», es decir, mezclando ambos sin aprender ninguno de manera correcta. La Neurociencia ha demostrado que esto es falso. De hecho, existen estudios en los que se evidencian que las áreas cerebrales que son utilizadas para hablar y comprender la lengua madre pueden ser las mismas para una segunda lengua, dependiendo de en qué circunstancias y en qué momentos del niño se hayan aprendido.

Tampoco es cierto que, para aprender varias lenguas con corrección, una persona no pueda hablar en dos o más idiomas a un niño. Lo que sí es cierto es que nunca se deben mezclar los idiomas en una misma conversación, y desde luego, nunca mezclar palabras de varias lenguas en una misma frase.

Neuromito: Es mejor aprender bien un idioma antes de empezar con el segundo

El cerebro humano posee una capacidad asombrosa para el aprendizaje, y muy especialmente para los idiomas. Existen sociedades en las que la mezcla de lenguas es algo habitual, a las que los seres humanos se encuentran expuestos desde que son bebés. De hecho, la Neurociencia ha encontrado evidencias muy claras de que los bebés son capaces de distinguir entre dos idiomas desde los primeros meses de vida, si se les exponen de manera adecuada a los mismos.

Es más, los niños, en su crecimiento, parecen ir perdiendo progresivamente algunas de sus asombrosas capacidades lingüísticas. Hay estudios neurocientíficos que demuestran que, alrededor de los 9 meses, los bebés pueden ser incapaces de distinguir algunos sonidos (como la «r» y la «l» en los niños asiáticos) si no se les expone a ellos de forma habitual.

Queda claro que, para aprender una segunda o tercera lenguas, cuanto antes es siempre mejor.

Neuromito: Mientras más estudien, mejor aprenderán un idioma

Se trata quizá del neuromito más extendido, que relaciona el aprendizaje de una lengua con las horas o el empeño que se usa para estudiarlo. La Neurociencia nos dice que los idiomas se aprenden mejor a través de la interación social, cuando la persona se encuentra en un ambiente relajado. El cerebro crea mejores conexiones sinápticas cuando el entorno que le rodea es estimulante y le emociona. En el caso de los niños, la mejor forma para que esto ocurra es, por supuesto, cuando juegan y se divierten.

El neurocientífico Francisco Mora, uno de los mayores expertos en Neuroeducación del mundo, asegura que solo se puede aprender lo que se ama, por lo que para aprender no es necesario pasar horas y horas delante de una lista de verbos o de unos apuntes de gramática: lo más importante es disfrutar haciéndolo.

Fuente: escuelaconcerebro.wordpress.com

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En los últimos años existe un creciente interés en la Neuroeducación, una nueva rama de la ciencia que une los recientes descubrimientos sobre el cerebro con su aplicación en las aulas y en el aprendizaje. A continuación tienes tres neuromitos de entre los más conocidos sobre cómo, desde que somos bebés, aprendemos realmente un segundo o tercer idioma.

Neuromito: Aprender más de un idioma «lía» a los niños

Hasta hace algún tiempo existía la creencia de que los niños que aprenden más de un idioma de forma simultánea terminan «liándose», es decir, mezclando ambos sin aprender ninguno de manera correcta. La Neurociencia ha demostrado que esto es falso. De hecho, existen estudios en los que se evidencian que las áreas cerebrales que son utilizadas para hablar y comprender la lengua madre pueden ser las mismas para una segunda lengua, dependiendo de en qué circunstancias y en qué momentos del niño se hayan aprendido.

Tampoco es cierto que, para aprender varias lenguas con corrección, una persona no pueda hablar en dos o más idiomas a un niño. Lo que sí es cierto es que nunca se deben mezclar los idiomas en una misma conversación, y desde luego, nunca mezclar palabras de varias lenguas en una misma frase.

Neuromito: Es mejor aprender bien un idioma antes de empezar con el segundo

El cerebro humano posee una capacidad asombrosa para el aprendizaje, y muy especialmente para los idiomas. Existen sociedades en las que la mezcla de lenguas es algo habitual, a las que los seres humanos se encuentran expuestos desde que son bebés. De hecho, la Neurociencia ha encontrado evidencias muy claras de que los bebés son capaces de distinguir entre dos idiomas desde los primeros meses de vida, si se les exponen de manera adecuada a los mismos.

Es más, los niños, en su crecimiento, parecen ir perdiendo progresivamente algunas de sus asombrosas capacidades lingüísticas. Hay estudios neurocientíficos que demuestran que, alrededor de los 9 meses, los bebés pueden ser incapaces de distinguir algunos sonidos (como la «r» y la «l» en los niños asiáticos) si no se les expone a ellos de forma habitual.

Queda claro que, para aprender una segunda o tercera lenguas, cuanto antes es siempre mejor.

Neuromito: Mientras más estudien, mejor aprenderán un idioma

Se trata quizá del neuromito más extendido, que relaciona el aprendizaje de una lengua con las horas o el empeño que se usa para estudiarlo. La Neurociencia nos dice que los idiomas se aprenden mejor a través de la interación social, cuando la persona se encuentra en un ambiente relajado. El cerebro crea mejores conexiones sinápticas cuando el entorno que le rodea es estimulante y le emociona. En el caso de los niños, la mejor forma para que esto ocurra es, por supuesto, cuando juegan y se divierten.

El neurocientífico Francisco Mora, uno de los mayores expertos en Neuroeducación del mundo, asegura que solo se puede aprender lo que se ama, por lo que para aprender no es necesario pasar horas y horas delante de una lista de verbos o de unos apuntes de gramática: lo más importante es disfrutar haciéndolo.

Fuente: escuelaconcerebro.wordpress.com

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