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¿Qué hacer cuando mi hijo no quiere escuchar los audios?

Ritmos de aprendizaje

Hemos comentado muchas veces la importancia que tiene la escucha pasiva dentro de nuestra metodología. No solo eso: podemos afirmar con rotundidad que una de las claves del éxito para el aprendizaje de cualquier idioma, a cualquier edad, se basa en estar en contacto oral con la lengua que se quiere aprender. Nuestro cerebro tiene una impresionante capacidad para absorber aquello que tiene a su alrededor, incluso mucho más cuando lo hace de forma inconsciente.

A edades tempranas (típicamente hasta los 6 años) el cerebro de los niños es una auténtica esponja, en continua transformación e incorpora todo lo que escucha. Por todos estos motivos, la metodología Helen Doron English insiste a los padres de nuestros alumnos en que deben escuchar los audios en casa dos veces al día, y siempre de forma pasiva (de fondo, mientras realizan otras actividades).

Cuando un niño se encuentra en las primeras etapas de su vida (entre los 0 y los 3 años) esta tarea es bastante sencilla de realizar: basta con que los padres busquen cuál es el momento más adecuado (la hora de la comida, durante la ducha, en el coche…), o en qué franja horaria les viene mejor. Sin embargo, llega un momento en el que los niños empiezan a tomar decisiones a dejar muy claras sus preferencias y a tomar decisiones por su cuenta. Es a partir de los 4 años de edad cuando muchos padres acuden a nosotros y nos dicen: ¡mi hijo ya no quiere escuchar el CD!

El rechazo al segundo idioma

¿Por qué ocurre esto? En realidad, se trata de un fenómeno muy habitual. Tanto, que incluso en las familias bilingües, en la que un de los progenitores es de otro país o les habla en una lengua que no es la habitual de donde residen, es bastante normal encontrar un rechazo frontal a este segundo idioma del padre o de la madre.

Hay niños que antes adoraban ver los dibujos animados en inglés, y ahora no quieren. Otros se niegan a interactuar con su madre o su padre en la lengua en la que antes se sentían cómodos y seguros. O se cierran en banda y se niegan a que les cuenten esos cuentos que antes les encantaban y con los que solían dormirse.

Cuando un niño siente que el segundo idioma tiene poca utilidad (en el contexto en el que se encuentra), puede ser habitual que tienda a rechazarlo. En efecto, para su cerebro es más cómodo centrarse en ese primer idioma que en el segundo, ya que probablemente tenga un dominio mejor, más completo o, sencillamente, le resulte más fácil. También puede ocurrir que el niño sienta vergüenza, ya que el resto de su comunidad no lo entiende y puede sentirse raro o fuera de lugar. Es el caso de familias bilingües, en las que puede suceder justo lo contrario cuando viaja al país de origen de la otra parte de la familia: rechazan el idioma que, en su contexto habitual, era el más usado.

Estrategias para volver a escuchar los audios

Pero claro, nosotros, como padres y madres, nos sentimos en la obligación de seguir intentando que nuestros hijos escuchen los audios. ¿Cómo conseguirlo una forma que resulte agradable? A fin de cuentas, en Helen Doron English la diversión forma parte de nuestro método: cuando los niños se divierten, aprenden más y mejor.

Lo primero que debemos tener en cuenta es que se trata de un fenómeno común, por lo que no hay que desesperarse. Veremos que si vamos probando cosas nuevas y cambiando rutinas, es bastante probable que logremos mejorar la situación.

Un truco muy sencillo puede ser bajar el volumen. Cuando se trata de los audios de Helen Doron English, es posible que los pongamos, normalmente, a un volumen muy alto, de forma que los escuchen con la mayor claridad posible. Pero esto no es necesario. El cerebro pasivo es capaz de captar una gran cantidad de información, incluso si, de forma activa, no somos capaces de entenderla del todo. Detalles como la entonación, la melodía de las canciones, la sonoridad o las rimas pueden ser percibidas incluso a volúmenes muy bajos, y forman parte inseparable de la lengua. Si, además, nuestro hijo ya conoce los audios de haberlos escuchado otras veces, un pequeño refuerzo diario puede ser suficiente para asentarlo en su mente.

Cambiar las rutinas

Otra estrategia puede ser cambiar el horario en el que lo escuchan. Si estaban acostumbrados a oírlos nada más levantarse, podemos ponérselos a la hora de comer. O si antes lo hacíamos en el coche mientras iban al cole, podemos cambiar a por la tarde, mientras juegan. Las horas del baño o la cena pueden ser buenos momentos, o incluso antes de acostarse, si lo hacemos a volumen bajo para que no interfiera en la rutina previa al descanso.

También podemos intentar poner, temporalmente, solo las canciones. La música suele ser la parte de los audios que más gusta a los niños, y contienen normalmente buena parte del vocabulario, de forma condensada. La idea sería intentar insistir en esa música, quizá bailándola o cantándola en familia, para volver a los audios completos en unos días.

Y siempre tenemos la opción de usar los vídeos de los capítulos. Quizá tus hijos prefieran sentarse delante de la televisión, o de la tablet, para ver los dibujos animados. Sin ser la mejor opción (puesto que no funcionan como escucha pasiva, ya que el cerebro está atento a una imagen en movimiento a la vez que oye), pueden servir como remedio temporal.

Otros ‘inputs’ en inglés

Además de todo lo anterior, siempre podemos recurrir a otro tipo de recursos. Idealmente, nuestros alumnos deben escuchar los audios que les ofrecemos, ya que contienen todo el contenido de sus clases. Sin embargo, siempre es una buena idea ampliar la cantidad de inglés que escuchan, por lo que podemos ponerles películas o series en este idioma, buscar canciones en alguna aplicación, visualizar vídeos de Helen Doron Song Club (nuestro canal de youtube) o, si son mayores, escuchar Teen Buzz Radio.

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¿Qué hacer cuando mi hijo no quiere escuchar los audios?

Ritmos de aprendizaje

Hemos comentado muchas veces la importancia que tiene la escucha pasiva dentro de nuestra metodología. No solo eso: podemos afirmar con rotundidad que una de las claves del éxito para el aprendizaje de cualquier idioma, a cualquier edad, se basa en estar en contacto oral con la lengua que se quiere aprender. Nuestro cerebro tiene una impresionante capacidad para absorber aquello que tiene a su alrededor, incluso mucho más cuando lo hace de forma inconsciente.

A edades tempranas (típicamente hasta los 6 años) el cerebro de los niños es una auténtica esponja, en continua transformación e incorpora todo lo que escucha. Por todos estos motivos, la metodología Helen Doron English insiste a los padres de nuestros alumnos en que deben escuchar los audios en casa dos veces al día, y siempre de forma pasiva (de fondo, mientras realizan otras actividades).

Cuando un niño se encuentra en las primeras etapas de su vida (entre los 0 y los 3 años) esta tarea es bastante sencilla de realizar: basta con que los padres busquen cuál es el momento más adecuado (la hora de la comida, durante la ducha, en el coche…), o en qué franja horaria les viene mejor. Sin embargo, llega un momento en el que los niños empiezan a tomar decisiones a dejar muy claras sus preferencias y a tomar decisiones por su cuenta. Es a partir de los 4 años de edad cuando muchos padres acuden a nosotros y nos dicen: ¡mi hijo ya no quiere escuchar el CD!

El rechazo al segundo idioma

¿Por qué ocurre esto? En realidad, se trata de un fenómeno muy habitual. Tanto, que incluso en las familias bilingües, en la que un de los progenitores es de otro país o les habla en una lengua que no es la habitual de donde residen, es bastante normal encontrar un rechazo frontal a este segundo idioma del padre o de la madre.

Hay niños que antes adoraban ver los dibujos animados en inglés, y ahora no quieren. Otros se niegan a interactuar con su madre o su padre en la lengua en la que antes se sentían cómodos y seguros. O se cierran en banda y se niegan a que les cuenten esos cuentos que antes les encantaban y con los que solían dormirse.

Cuando un niño siente que el segundo idioma tiene poca utilidad (en el contexto en el que se encuentra), puede ser habitual que tienda a rechazarlo. En efecto, para su cerebro es más cómodo centrarse en ese primer idioma que en el segundo, ya que probablemente tenga un dominio mejor, más completo o, sencillamente, le resulte más fácil. También puede ocurrir que el niño sienta vergüenza, ya que el resto de su comunidad no lo entiende y puede sentirse raro o fuera de lugar. Es el caso de familias bilingües, en las que puede suceder justo lo contrario cuando viaja al país de origen de la otra parte de la familia: rechazan el idioma que, en su contexto habitual, era el más usado.

Estrategias para volver a escuchar los audios

Pero claro, nosotros, como padres y madres, nos sentimos en la obligación de seguir intentando que nuestros hijos escuchen los audios. ¿Cómo conseguirlo una forma que resulte agradable? A fin de cuentas, en Helen Doron English la diversión forma parte de nuestro método: cuando los niños se divierten, aprenden más y mejor.

Lo primero que debemos tener en cuenta es que se trata de un fenómeno común, por lo que no hay que desesperarse. Veremos que si vamos probando cosas nuevas y cambiando rutinas, es bastante probable que logremos mejorar la situación.

Un truco muy sencillo puede ser bajar el volumen. Cuando se trata de los audios de Helen Doron English, es posible que los pongamos, normalmente, a un volumen muy alto, de forma que los escuchen con la mayor claridad posible. Pero esto no es necesario. El cerebro pasivo es capaz de captar una gran cantidad de información, incluso si, de forma activa, no somos capaces de entenderla del todo. Detalles como la entonación, la melodía de las canciones, la sonoridad o las rimas pueden ser percibidas incluso a volúmenes muy bajos, y forman parte inseparable de la lengua. Si, además, nuestro hijo ya conoce los audios de haberlos escuchado otras veces, un pequeño refuerzo diario puede ser suficiente para asentarlo en su mente.

Cambiar las rutinas

Otra estrategia puede ser cambiar el horario en el que lo escuchan. Si estaban acostumbrados a oírlos nada más levantarse, podemos ponérselos a la hora de comer. O si antes lo hacíamos en el coche mientras iban al cole, podemos cambiar a por la tarde, mientras juegan. Las horas del baño o la cena pueden ser buenos momentos, o incluso antes de acostarse, si lo hacemos a volumen bajo para que no interfiera en la rutina previa al descanso.

También podemos intentar poner, temporalmente, solo las canciones. La música suele ser la parte de los audios que más gusta a los niños, y contienen normalmente buena parte del vocabulario, de forma condensada. La idea sería intentar insistir en esa música, quizá bailándola o cantándola en familia, para volver a los audios completos en unos días.

Y siempre tenemos la opción de usar los vídeos de los capítulos. Quizá tus hijos prefieran sentarse delante de la televisión, o de la tablet, para ver los dibujos animados. Sin ser la mejor opción (puesto que no funcionan como escucha pasiva, ya que el cerebro está atento a una imagen en movimiento a la vez que oye), pueden servir como remedio temporal.

Otros ‘inputs’ en inglés

Además de todo lo anterior, siempre podemos recurrir a otro tipo de recursos. Idealmente, nuestros alumnos deben escuchar los audios que les ofrecemos, ya que contienen todo el contenido de sus clases. Sin embargo, siempre es una buena idea ampliar la cantidad de inglés que escuchan, por lo que podemos ponerles películas o series en este idioma, buscar canciones en alguna aplicación, visualizar vídeos de Helen Doron Song Club (nuestro canal de youtube) o, si son mayores, escuchar Teen Buzz Radio.