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La importancia de respetar el ritmo de crecimiento y maduración de los niños

Los niños no vienen con manual de instrucciones. Para valorar su crecimiento, normalmente nos guiamos por las tablas de edades aproximadas sobre cuándo comenzarán a gatear, caminar o hablar. Pero no siempre seguimos al pie de la letra los consejos del pediatra o de los expertos, y los otros papás o incluso los niños que vemos en el parque, nos pueden servir de referencia. Lo mismo ocurre si somos padres por segunda o tercera vez, siempre nos fijaremos en nuestra experiencia previa para saber si lo que está haciendo nuestro peque es normal, si está avanzado o si parece que llega tarde a alguna de las fases de maduración infantil. Por todo ello, es importante recordar que cada niño es único y especial. A no ser que el pediatra o algún profesional le detecte algún problema o carencia, debemos tratarles con la mayor normalidad posible, tanto si empiezan a andar a los 8 meses como a los 20. 

Lo mismo ocurre con el habla, las matemáticas o la lectura. No todos los niños las adquieren al mismo tiempo. Es cierto que los currículos académicos establecen la edad para empezar con las distintas disciplinas, así como con la lectura y la escritura, pero puede que a algún niño todavía le cueste leer en Segundo de Primaria, mientras que encontraremos a otros que todavía en la etapa de Educación Infantil ya pueden leer y escribir algunas palabras. Y los dos casos serán, en principio, normales. Es más, puede que el niño que ha empezado a leer más tarde destaque en un futuro tanto en la lectura como en la escritura. 

¿Cómo podemos acompañar a nuestros hijos en su desarrollo? ¿Qué deberíamos hacer o evitar? A continuación, nuestros consejos. 

1. Demostrarles nuestro amor siempre 

Los sentimientos son muy importantes, sobre todo para los niños. Decirles que los queremos, que siempre estaremos a su lado, es fundamental para su desarrollo emocional, para que se sientan seguros y se atrevan a avanzar. Estamos aquí para acompañarlos con cariño en el camino de su crecimiento. 

2. Respetar su ritmo de crecimiento 

Acompañarlos en el proceso, felicitándoles por sus logros y animándolos en los pequeños fracasos, será muy importante en su desarrollo. No les pondremos metas continuamente, les guiaremos en el camino de forma natural. El ritmo lo marcarán los niños. 

A veces no se trata de que tengan más o menos capacidades o inteligencia. Muchas veces sólo se trata de diferencias en su ritmo de maduración. 

3. Ayudar sin forzar 

Por supuesto que estamos aquí para ayudarles, y lo haremos, pero sin exigirles demasiado ni querer que vayan demasiado rápido. No pretenderemos que anden antes de gatear. Por ejemplo, no les quitaremos los ruedines de la bicicleta hasta que no los veamos preparados, aunque sus amigos ya lo hayan conseguido. Es preferible que tarden un poco en llevarla sin ruedines a que no paren de caerse y no quieran ir en bici. 

4. Potenciar su autonomía y autoestima 

De los fracasos también se aprende, así que conviene que les dejemos experimentar y explorar el mundo. Que sean responsables de sus cosas, que los animemos a guardar sus juguetes y ordenarse la habitación, puede ser clave para reforzar su aprendizaje y la seguridad en sí mismos. Os recomendamos la lectura de nuestro post sobre ‘Cómo conseguir que los niños recojan sus juguetes y sean más organizados’

5. No pretender que sean los mejores en todo 

Todos los niños son buenos en alguna disciplina. Algunos tienen mucho vocabulario, otros colorean fenomenal. A otros niños se les dan mejor las matemáticas, o leen más rápido. Algunos niños tienen una habilidad innata para bailar, o para jugar al fútbol. Todo es cuestión de observar a nuestro hijo, de intentar mejorar sus habilidades. Debemos potenciar aquello que les gusta y en lo que destacan y también ayudarles en las disciplinas en las que no son tan diestros. Querer que destaquen en todo puede ser tan irreal como estresante y frustrante para ellos. 

6. Evitar las etiquetas 

Nunca etiquetaremos a un niño. Que nos oigan decir que “no es bueno en matemáticas”, “que corre muy lento”, “que no le gusta leer” o “que no es tan listo como su hermano” puede reforzar precisamente el comportamiento que queremos cambiar. Los niños nos hacen caso, aunque pensemos que no es así, por tanto, cuidado con lo que decimos delante de ellos. Son esponjas y lo absorben todo, lo que queremos y lo que sería mejor que no hicieran. Así que mejor que nos oigan decir que “está mejorando en mates”, que “con las zapatillas nuevas correrá mucho más”, que “todavía no ha descubierto lo maravillosa que es la lectura” o que “su hermano y él son diferentes”, que “a cada hermano se le da mejor una cosa”. 

7. Evitar comparar a los niños 

Por supuesto, no compararemos a nuestro hijo con sus amigos o vecinos, ni siquiera con sus hermanos. Cada niño es único y especial, como ya hemos dicho, tiene su carácter y capacidades. Y lo mejor que podremos hacer será estar a su lado con respeto en su proceso de maduración. 

8. No querer que hagan lo que nosotros no pudimos a su edad 

Cuántas veces les queremos apuntar a piano porque nos encantaría tocarlo a nosotros. O a fútbol, porque nos encanta este deporte y nos gustaría que nuestro hijo se convirtiera en jugador profesional. Pero puede que el niño prefiera el baile o el patinaje. Y deberíamos respetarlo. 

Tampoco conviene apuntarles a demasiadas actividades extraescolares: podemos provocar que nuestros hijos estén demasiado cansados y sin tiempo para los deberes o para jugar. En un post anterior os recomendamos tres actividades extraescolares principalmente: un deporte, un idioma y una actividad artística

9. Colaboración entre la familia y los profesores 

Pediatras y profesores son los que mejor nos pueden guiar y aconsejar, tanto en temas de salud y alimentación como en asuntos educativos. Tratarles con respeto, también delante de los niños, será un buen ejemplo para nuestros hijos por nuestra parte. No podemos pedirles que respeten a su profesor si nosotros no lo hacemos, como tampoco podemos pedirles que coman verdura si nosotros no comemos. 

La educación especialmente debe ser una colaboración entre familia y profesores. Por ello, si tenemos dudas sobre el comportamiento del profesor o su método de enseñanza, lo mejor será que le preguntemos. Cuántas veces les hemos dicho a nuestros hijos que pregunten, que hablando se entienden las personas, así que hagámoslo nosotros también. También sería recomendable consultar con su profesor la conveniencia de apuntarles o no a clases de repaso. 

Nuestro ejemplo Helen Doron English 

En Helen Doron English, nuestros grupos son de 8 alumnos máximo, para poder garantizar la calidad de la enseñanza, así como la atención individualizada a cada uno de nuestros alumnos. En nuestras academias, los grupos no siempre se deciden por edad

En una misma clase podemos encontrar a nenes de dos e incluso tres años de nacimiento diferentes. La idea es que todos los nenes del grupo tengan las mismas capacidades y nivel de inglés, para que nadie sienta que se retrasa y todos estén motivados para mejorar

Los nenes también pueden cambiar incluso en unos pocos meses, y de repente tener una época de crecimiento o maduración mayor. Por ello los cursos se dividen en cuatro unidades, donde serán evaluados. A veces, normalmente al final de curso, se decide si el niño estará bien al año siguiente con su grupo y con el curso que le tocaría, o si debería cambiar, si sería más adecuado para él o su aprendizaje del inglés. Esta decisión se consulta con las familias y, si todos están de acuerdo, el niño puede pasar a otro grupo o a otro curso de otro nivel. 

En nuestras academias no nos centramos sólo en enseñarles inglés. La adquisición de los conocimientos se produce sobre todo por curiosidad y experimentación, potenciando la imaginación y creatividad naturales de los niños. Y siempre sin descuidar la educación global en valores y respetando su ritmo. El aprendizaje es un proceso individual, no debe ser una competición entre los alumnos. 

En Helen Doron English somos especialistas en enseñar inglés de forma natural, como aprenden los niños su lengua materna. Y a través de los 5 sentidos, para que cada niño pueda adquirir el lenguaje según sus habilidades. Por ello, es clave que adquieran el idioma sin esfuerzo ni presión. Nuestra metodología única de aprendizaje, basada en el juego, la música y el refuerzo positivo, es siempre garantía de éxito. Y nuestro objetivo final, que los niños aprendan y se diviertan para que sean niños felices.

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La importancia de respetar el ritmo de crecimiento y maduración de los niños

Los niños no vienen con manual de instrucciones. Para valorar su crecimiento, normalmente nos guiamos por las tablas de edades aproximadas sobre cuándo comenzarán a gatear, caminar o hablar. Pero no siempre seguimos al pie de la letra los consejos del pediatra o de los expertos, y los otros papás o incluso los niños que vemos en el parque, nos pueden servir de referencia. Lo mismo ocurre si somos padres por segunda o tercera vez, siempre nos fijaremos en nuestra experiencia previa para saber si lo que está haciendo nuestro peque es normal, si está avanzado o si parece que llega tarde a alguna de las fases de maduración infantil. Por todo ello, es importante recordar que cada niño es único y especial. A no ser que el pediatra o algún profesional le detecte algún problema o carencia, debemos tratarles con la mayor normalidad posible, tanto si empiezan a andar a los 8 meses como a los 20. 

Lo mismo ocurre con el habla, las matemáticas o la lectura. No todos los niños las adquieren al mismo tiempo. Es cierto que los currículos académicos establecen la edad para empezar con las distintas disciplinas, así como con la lectura y la escritura, pero puede que a algún niño todavía le cueste leer en Segundo de Primaria, mientras que encontraremos a otros que todavía en la etapa de Educación Infantil ya pueden leer y escribir algunas palabras. Y los dos casos serán, en principio, normales. Es más, puede que el niño que ha empezado a leer más tarde destaque en un futuro tanto en la lectura como en la escritura. 

¿Cómo podemos acompañar a nuestros hijos en su desarrollo? ¿Qué deberíamos hacer o evitar? A continuación, nuestros consejos. 

1. Demostrarles nuestro amor siempre 

Los sentimientos son muy importantes, sobre todo para los niños. Decirles que los queremos, que siempre estaremos a su lado, es fundamental para su desarrollo emocional, para que se sientan seguros y se atrevan a avanzar. Estamos aquí para acompañarlos con cariño en el camino de su crecimiento. 

2. Respetar su ritmo de crecimiento 

Acompañarlos en el proceso, felicitándoles por sus logros y animándolos en los pequeños fracasos, será muy importante en su desarrollo. No les pondremos metas continuamente, les guiaremos en el camino de forma natural. El ritmo lo marcarán los niños. 

A veces no se trata de que tengan más o menos capacidades o inteligencia. Muchas veces sólo se trata de diferencias en su ritmo de maduración. 

3. Ayudar sin forzar 

Por supuesto que estamos aquí para ayudarles, y lo haremos, pero sin exigirles demasiado ni querer que vayan demasiado rápido. No pretenderemos que anden antes de gatear. Por ejemplo, no les quitaremos los ruedines de la bicicleta hasta que no los veamos preparados, aunque sus amigos ya lo hayan conseguido. Es preferible que tarden un poco en llevarla sin ruedines a que no paren de caerse y no quieran ir en bici. 

4. Potenciar su autonomía y autoestima 

De los fracasos también se aprende, así que conviene que les dejemos experimentar y explorar el mundo. Que sean responsables de sus cosas, que los animemos a guardar sus juguetes y ordenarse la habitación, puede ser clave para reforzar su aprendizaje y la seguridad en sí mismos. Os recomendamos la lectura de nuestro post sobre ‘Cómo conseguir que los niños recojan sus juguetes y sean más organizados’

5. No pretender que sean los mejores en todo 

Todos los niños son buenos en alguna disciplina. Algunos tienen mucho vocabulario, otros colorean fenomenal. A otros niños se les dan mejor las matemáticas, o leen más rápido. Algunos niños tienen una habilidad innata para bailar, o para jugar al fútbol. Todo es cuestión de observar a nuestro hijo, de intentar mejorar sus habilidades. Debemos potenciar aquello que les gusta y en lo que destacan y también ayudarles en las disciplinas en las que no son tan diestros. Querer que destaquen en todo puede ser tan irreal como estresante y frustrante para ellos. 

6. Evitar las etiquetas 

Nunca etiquetaremos a un niño. Que nos oigan decir que “no es bueno en matemáticas”, “que corre muy lento”, “que no le gusta leer” o “que no es tan listo como su hermano” puede reforzar precisamente el comportamiento que queremos cambiar. Los niños nos hacen caso, aunque pensemos que no es así, por tanto, cuidado con lo que decimos delante de ellos. Son esponjas y lo absorben todo, lo que queremos y lo que sería mejor que no hicieran. Así que mejor que nos oigan decir que “está mejorando en mates”, que “con las zapatillas nuevas correrá mucho más”, que “todavía no ha descubierto lo maravillosa que es la lectura” o que “su hermano y él son diferentes”, que “a cada hermano se le da mejor una cosa”. 

7. Evitar comparar a los niños 

Por supuesto, no compararemos a nuestro hijo con sus amigos o vecinos, ni siquiera con sus hermanos. Cada niño es único y especial, como ya hemos dicho, tiene su carácter y capacidades. Y lo mejor que podremos hacer será estar a su lado con respeto en su proceso de maduración. 

8. No querer que hagan lo que nosotros no pudimos a su edad 

Cuántas veces les queremos apuntar a piano porque nos encantaría tocarlo a nosotros. O a fútbol, porque nos encanta este deporte y nos gustaría que nuestro hijo se convirtiera en jugador profesional. Pero puede que el niño prefiera el baile o el patinaje. Y deberíamos respetarlo. 

Tampoco conviene apuntarles a demasiadas actividades extraescolares: podemos provocar que nuestros hijos estén demasiado cansados y sin tiempo para los deberes o para jugar. En un post anterior os recomendamos tres actividades extraescolares principalmente: un deporte, un idioma y una actividad artística

9. Colaboración entre la familia y los profesores 

Pediatras y profesores son los que mejor nos pueden guiar y aconsejar, tanto en temas de salud y alimentación como en asuntos educativos. Tratarles con respeto, también delante de los niños, será un buen ejemplo para nuestros hijos por nuestra parte. No podemos pedirles que respeten a su profesor si nosotros no lo hacemos, como tampoco podemos pedirles que coman verdura si nosotros no comemos. 

La educación especialmente debe ser una colaboración entre familia y profesores. Por ello, si tenemos dudas sobre el comportamiento del profesor o su método de enseñanza, lo mejor será que le preguntemos. Cuántas veces les hemos dicho a nuestros hijos que pregunten, que hablando se entienden las personas, así que hagámoslo nosotros también. También sería recomendable consultar con su profesor la conveniencia de apuntarles o no a clases de repaso. 

Nuestro ejemplo Helen Doron English 

En Helen Doron English, nuestros grupos son de 8 alumnos máximo, para poder garantizar la calidad de la enseñanza, así como la atención individualizada a cada uno de nuestros alumnos. En nuestras academias, los grupos no siempre se deciden por edad

En una misma clase podemos encontrar a nenes de dos e incluso tres años de nacimiento diferentes. La idea es que todos los nenes del grupo tengan las mismas capacidades y nivel de inglés, para que nadie sienta que se retrasa y todos estén motivados para mejorar

Los nenes también pueden cambiar incluso en unos pocos meses, y de repente tener una época de crecimiento o maduración mayor. Por ello los cursos se dividen en cuatro unidades, donde serán evaluados. A veces, normalmente al final de curso, se decide si el niño estará bien al año siguiente con su grupo y con el curso que le tocaría, o si debería cambiar, si sería más adecuado para él o su aprendizaje del inglés. Esta decisión se consulta con las familias y, si todos están de acuerdo, el niño puede pasar a otro grupo o a otro curso de otro nivel. 

En nuestras academias no nos centramos sólo en enseñarles inglés. La adquisición de los conocimientos se produce sobre todo por curiosidad y experimentación, potenciando la imaginación y creatividad naturales de los niños. Y siempre sin descuidar la educación global en valores y respetando su ritmo. El aprendizaje es un proceso individual, no debe ser una competición entre los alumnos. 

En Helen Doron English somos especialistas en enseñar inglés de forma natural, como aprenden los niños su lengua materna. Y a través de los 5 sentidos, para que cada niño pueda adquirir el lenguaje según sus habilidades. Por ello, es clave que adquieran el idioma sin esfuerzo ni presión. Nuestra metodología única de aprendizaje, basada en el juego, la música y el refuerzo positivo, es siempre garantía de éxito. Y nuestro objetivo final, que los niños aprendan y se diviertan para que sean niños felices.